Dylan Thomas
Dylan Marlais Thomas
Poeta, escritor de cuentos y dramaturgo galés
Dylan Thomas nació el 27 de octubre de 1914 en Swansea (Gales).
En su juventud, asistió a la Swansea Grammar School de su población natal, donde su padre ejercía como profesor.
Dylan (nombre que etimológicamente se traduce como "hijo del oleaje") Marlais Thomas rechazó tempranamente los estudios formales en aras de una educación autodidacta, con la suerte de no tener que trabajar hasta bien entrada la madurez: "No fui a la universidad. No soy, sin embargo, un desempleado por la mera razón de que nunca fui empleado".
Cuando acabó sus estudios de enseñanza media, viajó a Londres. Un año más tarde apareció su primer libro, titulado "18 poemas", recopilación de imágenes transfiguradas que lo colocaron en la cima del momento ante un círculo selecto de lectores y amigos.
Se instaló pronto en Londres ("Londres era el infierno"), ciudad donde comenzó el abrigo de nuevas amistades literarias importantes y acentuó las borracheras.
Conoció a la que sería su esposa, Caitlin Macnamara, y publicó en las revistas de vanguardia de la época.
Su poesía, adscrita al movimiento Nueva Apocalipsis, que representaba una reacción frente a la generación de Auden, ofrece una gran riqueza de imágenes relacionadas con temas oníricos o metafísicos. En 1936 apareció su poemario "25 poemas", y en 1937 se casó con Caitlin, con quien tuvo tres hijos. Por entonces, la pobreza absoluta se sumó a sus exasperaciones etílicas.
Su lenguaje es muy rico y sonoro, y las imágenes alcanzan a veces una belleza difícil de igualar. En cambio, la lectura resulta a veces un poco complicada (imágenes medio crípticas). Muertes y entradas (1946) y En el sueño campestre (1951) están consideradas como sus mejores obras. Otros de sus trabajos son: Veinticinco poemas (1936) y El mapa del amor (1939), escritos en prosa y verso; Retrato del artista cachorro (1940), apuntes autobiográficos, y Aventuras en el tráfico de pieles (publicada póstumamente en 1954), que contiene una novela inacabada y otros escritos en prosa.
Fue declarado inútil para el servicio militar y escribió guiones para películas documentales durante la II Guerra Mundial. Al finalizar la guerra fue comentarista radiofónico de la BBC (British Broadcasting Corporation). La obra de teatro para voces Bajo el bosque de leche (publicada póstumamente en 1954) la escribió para la radio. En ella evoca las vidas de los habitantes de Llareggub (Buggerall pronunciado al revés), una pequeña población costera galesa.
Dylan Thomas falleció en Nueva York el 9 de noviembre de 1953 a las 12:40 h en el Hospital St. Vincent; cuatro días antes había entrado en coma etílico.
Obras seleccionadas
Dieciocho poemas — 1934
Veinticinco poemas — 1936
El mapa del amor — 1939
Retrato del artista cachorro — 1940
Nuevos poemas — 1943
Muertes y entradas — 1946
Veintiseis poemas — 1950
En el sueño campestre — 1952
Aventuras en el tráfico de pieles — 1953
Bajo el bosque lácteo — 1954
Una mañana muy temprano — 1954
El Doctor y los demonios — 1954
La Navidad de un niño en Gales — 1954—1955
Dylan Thomas: Un sábado caluroso (Fragmento de Retrato de un artista cachorro)
Al pasar junto al reloj floral, en el Jardín de la Reina Victoria, gruñó.
-¿Qué puede hacer ahora un imbécil? -dijo en voz alta, haciendo que una mujer joven que estaba sentada en un banco frente al mingitorio de mayólica blanca se sonriera, bajando su novela.
Tenía el cabello castaño peinado en alto, a la moda antigua, bucles sueltos y un rodete, y de allí salía una blanca rosa Woolworth que se doblaba hacia abajo, tocándole la oreja. Llevaba un vestido blanco con una flor de papel rojo pinchada en su pecho y anillos y brazaletes que provenían de algún kiosco de feria. Los ojos eran pequeños y muy verdes.
El muchacho anotó, cuidadosa y fríamente en una sola mirada, todos los raros detalles de su aspecto. Ern la certeza tranquila, impávida, de su apostura ante su mirada escrutadora; la seguridad de su sonrisa y la actitud de su cabeza; esa suavidad, esa extraña rareza que la defendía de todo mal encuentro, de toda mirada invitante, lo que le hizo temblar los dedos. Aunque su vestido era largo y el cuello alto, lo mismo podía estar desnuda allí, en la playa, su sonrisa confesaba que su cuerpo estaba desnudo, inmaculado, deseoso, tibio bajo la tela, y que ella esperaba, inocente.
"Que hermosa es -pensó, puesta su mente en las palabras y los ojos en su cabello y en su piel blanca y roja-, qué hermosamente me espera, aunque no sabe que me espera, y jamás podré decírselo."
Se había detenido y la miraba fijamente. Como una niña confiada ante una cámara, así estaba ella sentada y sonriente con las manos entrelazadas, la cabeza ligeramente inclinada, de modo que la rosa le tocaba el cuello. Aceptaba su admiración. Aquella muchacha, de entre un millón, se apoderaba de su larga mirada y acariciaba su amor estúpido.
Le entraron mosquitos en la boca. Y siguió su marcha rápida, vergonzosamente. A las puertas del jardín se volvió para verla por última vez. Su brusca y torpe partida le había hecho perder la calma, y ella lo miraba fijamente, confusa. Había alzado una mano, como para pedirle que volviera. El volvía la esquina y oyó la voz de ella- llamándole por su nombre -cien nombres que eran su nombre-, por encima de las paredes cubiertas de plantas
¿Y qué podía hacer un imbécil aterrorizado y loco de amor?, preguntó silenciosamente a su propia figura reflejada en el espejo deformante del salón Victoria, que estaba vacío. Su cara simiesca, fláccida, con la palabra cerveza escrita sobre la frente, le devolvió una rota mueca de desdén.